lunes, 7 de febrero de 2011

Diario de grabación I


El camino está trazado. Casi siempre cuando llego al estudio todo está ya resuelto, casi mezclado. Las guitarras suenan a guitarras, el bajo suena… a bajo, las percusiones en su sitio, la voz con la dosis de reverb correcta, y todo está fabricado con talento, ingenio y sapiencia en mayor o menor medida. No hay nada que hacer y el violinista llega para rellenar el hueco que casi nunca han dejado y que casi nunca existe o no tengo el talento de encontrar.

Generalmente el artista, el técnico, el ingeniero, el productor, el director del sello, el pipa, el chispas y uno o dos curiosos presencian y supervisan la grabación encarnados en una sola persona sentada encima de una cama.

Escrutan cada toma en busca de la melodía precisa o en busca de la más mínima desafinación desde el punto de vista de su temperada ineptitud. Eso… o me silban un par de genialidades mientras se reproduce su propia creación para que después yo proceda a su grabación.

Hace unos meses me llamaron uno tipos con los que había hablado alguna vez, seguramente en un bar o seguramente de noche, para grabar unas canciones bonitas. Me envían unas canciones al mail, nos llamamos, quedamos y nos metemos en el estudio un martes a las 11:00 a.m.

Siento ya en casa, con las primeras escuchas, que el camino está menos señalizado y menos andado y llego al estudio cuando están las cosas a medias, las ideas a medias, el surco trazado pero abierto con retazos de intenciones que con cada escucha adquieren una forma templada. El tema es excelente, las guitarras no suenan, la voz no suena, el bajo no suena. Nada suena a nada. “Eyes” funciona sola. Suena sola. Respira por si misma y hay un espacio en el entro sin querer, la canción no se queja y adquiere una redondez infinita…

A mi alrededor: El técnico y el productor sentados en la misma silla, el guitarra, la cantante y unos 20 instrumentos conforman una gran ensalada de cables y de talento.

Pocos días después “Bright Baby Blues” era “The Bright” y nada mas editarse “Coming back home” el que volvía a casa, con ganas de más:


era yo.


Continuará...